FERNANDO GÁLVEZ DE AGUINAGA
La relación entre el hombre y la piedra es tan intensa, que la primera fase de la humanidad hace aproximadamente 2.8 millones de años y hasta la aparición de los metales, es denominada la Edad de Piedra. Muchos científicos teorizan que la elaboración de herramientas de piedra fue lo que nos llevó a evolucionar hacia nuestra condición humana, e incluso esta construcción de herramientas pétreas parece habernos regalado la chispa para descubrir las primeras formas de hacer y controlar el fuego.
Ya también en esta “infancia” de la especie humana, tuvimos el impulso de pintar en los muros y cuando decidimos plasmar los animales que cazaríamos para el sustento, aprovechamos en diversas cavernas las protuberancias caprichosas de los muros rocosos para añadir realismo y relieve a las características físicas de bisontes y venados. Así pues, este ensayo que habla sobre la obra de PEÑALTA, quizás vaya en sentido opuesto al bellísimo volumen que Roger Caillois intituló Piedras y que en su arranque advierte: “ Hablo de las Piedras que siempre se han acostado al raso o que han dormido en su yacimiento y en la noche de las vetas. No interesan a la arqueología, ni al artista, ni al diamantista. Nadie hizo con ellas palacios, estatuas, joyas; ni siquiera diques, fortificaciones o tumbas. No son útiles o famosas.” Lo que resulta curioso, es que si bien yo hablaré de piedras destacadas por el arte de PEÑALTA, lo que el propio artista quiere hacer, es destacar la belleza intrínseca de la piedra y por ello, el arte de PEÑALTA no busca devastar o transfigurar radicalmente la roca que elige, sino más bien subrayar, dentro de los cortes y vetas, los personajes y seres escondidos en el dibujo natural, es pues un homenaje como el de Callois hacia la roca, pero éste está desarrollado sobre la piedra misma y el otro desde la escritura.
En fin, que yo tengo que hablar de lo contrario que Callois, de la relación pétrea con la cultura humana, porque aunque las obras de arte que me ocupan buscan un dialogo lo más respetuoso posible con la roca y sus vetas, son a final de cuentas, obras ya de la cultura humana. Pienso sin embargo, que la misma obra de Callois, señala la semilla de estos vínculos y desarrollos culturales, al hacer mención de leyendas, mitos e historias tejidas alrededor de ciertas piedras en diversas regiones del mundo, así, por ejemplo narra: “Al oeste de la prefectura de K`i, a setenta li del distrito de Long, existe una gruta llamada la caverna de los dragones o de los peces. Allí se encuentra una piedra que a veces es grande, otras veces pequeña. Si alguien la rompe y examina su interior, percibe las figuras de dragones y de peces.” De esa manera, este relato mítico pareciera señalar los orígenes de la creación de PEÑALTA, cómo su pincel destaca lo que ya de por sí está encapsulado en la materia, haciendo un trabajo de colaboración entre la forma mineral y la imaginación del artista.
En la psicología se estudia la manera en que una mente es capaz de realizar asociaciones formales a partir de una forma ya establecida en un objeto de la realidad, habiendo mentes más predispuestas y otras totalmente incapacitadas para llevar a cabo este fenómeno que es llamado pareidolia. El gran renacentista Leonardo Da Vinci, en una serie de notas dedicadas a dar consejo a los artistas principiantes, invita a un ejercicio de pareidolia: “Cómo Acrecentar y Estimular el Ingenio Por medio de Invenciones Varias: No puedo dejar de incluir entre estos preceptos una nueva y especulativa invención, que si bien parece mezquina y casi ridícula, es muy útil para estimular el ingenio a varias invenciones. Es la siguiente: si observas algunos muros sucios de manchas o construidos de piedras dispares y te das a inventar escenas, allí podrás ver la imagen de distintos paisajes, hermoseados con montañas, ríos, rocas, árboles, llanuras, grandes valles y colinas de todas clases. Y aún verás batallas y figuras agitadas o rostros de extraño aspecto, y vestidos e infinitas cosas que podrías traducir a su íntegra y atinada forma. Ocurre con estos muros variopintos lo que en el sonido de las campanas, en cuyo tañido descubrirás el nombre o el vocablo que imagines.” PEÑALTA pareciera retomar y llevar al extremo la invitación de Leonardo al irrumpir en la escena artística con sus mármoles y piedras de ónix, buscando en las líneas y las manchas naturales de estos sílices el punto de partida de sus trabajos, en los cuales con base en ácidos como el muriático, apaga el brillo de ciertas áreas que configuran la imagen encontrada, va trayendo a la superficie las bestias, personajes y escenarios que subyacen en la imagen ofrecida por las vetas minerales y que son subrayadas por el óleo. Así pues, hay una posición lúdica en la manera de configurar las piezas de este grupo de trabajos que se acerca al surrealismo y a otros momentos y personajes artísticos que utilizaron la asociación formal como herramientas de trabajo.
Entre los juegos surrealistas el fumage por ejemplo, inventado por Wolfgang Paalen, consistía en generar manchas ahumando la tela o el papel y de esas abstracciones del humo partir con la pintura hacia un paisaje o una composición, más abstracta o más reconocible pero con el punto de partida azaroso del ahumado. El gran escritor francés Víctor Hugo, fue uno de los antecesores de muchos de los experimentos del surrealismo con la tinta, por ejemplo, el de poner una cantidad de tinta en mitad de un papel y luego doblarlo a la mitad, generando una mancha simétirca desde la que se parte para hacer una imagen o colocarle encima un papel secante y de ahí partir. Víctor Hugo desarrolló muchas imágenes maravillosas con este tipo de juegos de pareidolia, desde escenas de barcos en el mar, pasando por castillos hasta verdaderas imágenes de sueño, como hongos o letras descomunales en mitad de un paisaje.
PEÑALTA pertenece a esta estirpe de creadores que desarrollan su trabajo con base en las asociaciones formales, podríamos decir que de alguna manera está emparentado también por ese lado con el manierista Arcimboldo y por lo tanto con ciertas épocas de Dalí, pero su diálogo con la roca es único y es una aportación de su mirada y su imaginación a la historia del arte. Esa forma de abordar la creación, me parece muy vinculada a las maneras de operar de la imaginación infantil, en primer lugar, casi todos los niños son coleccionistas de piedras, pero también, hay una necesidad y una capacidad por encontrar en las formas del entorno otras formas que nos trasladen a los escenarios de nuestra fantasía. Pienso que por ello los niños son tan afectos, por ejemplo, a los juegos de sombras en la pared, cuando con las manos les proyectamos siluetas de animales o personajes u objetos en un muro.
Así pues cuando PEÑALTA se dirige a la marmolería, no pretende una lápida para tumba alguna, ni un piso o un muro para su casa, sino que busca los dibujos más interesantes de la naturaleza, para de ahí sacar a la luz sus composiciones artísticas. Es importante decir que la fuerza